La semana pasada, el director de Aceleradores y Tecnología del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), Steve Myers, explicó el experimento de manera bastante gráfica: «Es algo así como lanzar agujas desde ambos lados del Atlántico y lograr que choquen a mitad de camino». Si sus expectativas se cumplen, las partículas subatómicas colisionarán en las entrañas del LHC aproximadamente 600 millones de veces por segundo, y desencadenarán la mayor cantidad de energía jamás observada en las condiciones de un experimento científico.
Aunque los resultados «más interesantes» llegarán en dos o tres años, se espera que el que ya se conoce como 'experimento del siglo' confirme la teoría sobre el origen de la materia o que, en caso contrario, provoque «un cambio revolucionario» en la Física. Al menos, así lo cree la catedrática de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Cantabria Teresa Rodrigo, la investigadora española a la que 180 institutos científicos de todo el mundo acaban de elegir para que coordine su trabajo durante los dos próximos años, en uno de los instrumentos claves del LHC, el detector de partículas CMS.
Rodrigo participa en el CMS desde las primeras fases de su diseño, en 1990, y lleva semanas trabajando contrarreloj en el CERN junto al resto de científicos involucrados en el experimento. «Ha habido mucho trabajo intensivo estos días para que todo esté perfectamente, para que no haya fallos, que los habrá, seguramente... Esto es sólo el primer intento», dijo ayer a la agencia de noticias Efe. «Por parte de los detectores no va a haber ningún problema, porque los tenemos bastante bien controlados. Pero, claro, es la primera vez que vamos a ver colisiones a tan alta energía, así que no puedes prever todo».
«Poner a funcionar el LHC no es simplemente girar una llave. El acelerador está funcionando bien, pero aún queda mucho trabajo de puesta a punto por delante, y tenemos que asumir que el primer intento de producir colisiones será simplemente un intento. Puede llevarnos horas o incluso días el conseguirlo», añadió el director general del CERN, Rolf Heuer. De hecho, la última vez que el CERN encendió una máquina de estas características fueron necesarios tres días para producir las primeras colisiones.
Miedo al fin del mundo
Lo cierto es que nunca antes se había construido una máquina tan poderosa para intentar contestar a una de las preguntas más antiguas que siempre se ha planteado la Humanidad: ¿De qué está hecho el universo y cómo llegó a ser como es? Una pregunta que podrían haber quedado sin respuesta si el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo hubiera tomado en serio la demanda interpuesta por un grupo de físicos que en agosto de 2008 exigieron la paralización del proyecto.
Consideraban que el acelerador de partículas representaba una gravísima amenaza porque podría desencadenar un pequeño agujero negro, con apocalípticas consecuencias. Según este grupo de científicos, la Tierra acabaría literalmente engullida por este sumidero cósmico.Dicha suspicacia creó una gran alarma social en todo el mundo, llegando incluso a provocar el suicido de una adolescente india, que creyó que el fin del mundo era inminente.
Algo que, según Teresa Rodrigo, no ocurrirá en ningún caso: «Hemos leído de todo y se seguirá leyendo, porque la ciencia ficción es un campo muy atractivo, pero todas esas ideas catastrofistas no tienen ninguna base científica. Saldrán más, seguro, porque no hay freno a la imaginación».